sábado, 2 de junio de 2012

Más vale malo por conocido...

Hace poco más de un mes le di el ansiado sí a mi hostfamilia. Se alegraron mucho y me agradecieron aún más. Increíblemente a pesar de nuestro rocky past together, nos valoramos lo suficiente como para decidir permanecer juntos nueve meses más.

Y es que, como he narrado antes, he cometido muchos errores que más de una vez pensé me costarían un rematch. Los más recientes: confundirme con la dosis de medicina que debía tomar mi hosthijo durante el auge de su mononucleosis infecciosa, y peor aún, errar el camino hacia el hospital y llegar veinte minutos tarde a la cita con el doctor (oh, yeah, nueve meses aquí, y sin GPS no soy nadie). 

A su vez, ellos actúan de ciertas formas que me hacen pensar en la huida con regular frecuencia, aunque principalmente todo se reduce a uno: esperan que su au pair sea un robot sin necesidad alguna. Cuando les pedí dinero para mi curso de inglés, hostpatrona insistió en que debía tomar un curso para volar papalotes en un blustery day, que costaba 35 dólares, y no el de inglés que tenía un precio de tres cifras. Ejem... muy bonito si es que hubiera venido a este país a conocer el clima, pero no es así. Sabían que yo quería estudiar y mejor aún, saben cuáles son sus obligaciones al respecto. 
De igual modo, no tienen empacho en dejarme incomunicada un fin de semana sin automóvil en este bosque alejado de cualquier medio de transporte público, esperando que alguna amiga con mejor suerte se apiade de mí. Claro. Es lógico: las au pairs amamos a los niños y no tenemos ninguna necesidad social. Desde luego que no miramos el calendario esperando con ansiedad que llegue el fin de semana y podamos estar lejos, lejos de casa comiendo cosas ricas y rodeándonos de gente joven que habla nuestro idioma.
Mientras que la gasolina es un problema más. Cuando pido dinero para llenar el tanque, lo que obtengo además de la tarjeta de crédito es un suspiro de hostpatrona que hace mueca de duda como si a mí me gustara beber gasolina y los engañara, llenado sólo medio tanque cada vez. ¿Resultado final? Una au pair sabor vainilla que paga ochenta dólares mensuales de gasolina, y sólo usa el coche para fines personales los fines de semana.
And last but not least: jamás se han hecho cargo de mi comida, pues a pesar de que puedo tomar del refrigerador y la alacena lo que se me antoje, pollo, tortillas, queso, crema, frijoles y jalapeños siempre corren por mi cuenta aun cuando deberían estar incluidos en su lista mensual de súper (y con mayor razón si sus hijos encuentran mi comida bastante apetecible, y al final terminamos comiendo los tres de lo que yo pago y preparo para mí).

Sin embargo, después de la catarsis aquí vertida (que, perdonen ustedes, no esperaba que sería tanta, pero una vez que comencé a teclear, no pude dejar de hacerlo), decidí quedarme con ellos nueve meses adicionales a mi año. Unbelieveble but true.

Pues sí, resulta que aunque me imagino a mí misma feliz corriendo en shorts en las lindas playas californianas donde uno no vive en la incivilización forestal, no deseo reiniciar mi vida a lado de gente nueva, adivinando nuevos humores y nuevas actitudes, lidiando con nuevos temperamentos y nuevos estilos de crianza. Aquí, al menos, ya sé que a hostmadre le fastidia hacer limpieza y que si ha de recoger una pelusa de polvo en la alfombra es mejor no estar cerca. Ya sé que hostpadre es un gruñón matutino y que a veces ni los buenos días devuelve, y que los niños no toleran la frustración y mucho menos la idea de hacer lo que un adulto dice sólo por el hecho de que él es el adulto. Ya lo sé y ya aprendí a lidiar con ello. 

De igual modo, estoy segura que ellos piensan lo mismo: "no es fabulosa, los rompecabezas están incompletos desde que ella llegó, los niños no consumen tanto omega 3 y 23489 desde que ella está a cargo de su dieta, pero qué flojera buscar otra au pair y adaptarnos a ella nuevamente. ¿Qué tal que le gusta ese espantoso ritmo latino que se llama reguetón?"

Así que, finalmente, el fin de texto era reflexionar sobre que más vale malo por conocido que bueno por conocer (y bueno, ni siquiera puedo decir que sean 'malos'), pero sobretodo, la intención primera, es más bien, anunciar que oficialmente mi año como au pair acaba de comenzar (una vez más).

2 comentarios:

nadhita dijo...

Obviamente no se lo que es ser au pair, ni que se siente estar tan lejos de tu país, aunque lo quiero intentar cuando cumpla 20 años!

tuchilla dijo...

...Pues, lamentablemente uno nunca está bien en ningún lugar que no sea su propia casa, pero tal vez ese sea el meollo del asunto: Estar fuera para valorar lo que es estar dentro.
De cualquier forma, un pajarito me dijo que tus hostpadrespostizos están muy contentos contigo, con tu trabajo, con tu profesionalismo y con tu actitud, porque para ellos hubiera sido mucho más fácil pagar una nueva hosthijapostiza aunque les hubiera salido "más caro" ya que para deshacerse de alguien que resulta incómodo, el dinero que pueda costar hacerlo, realmente no es un obstáculo... ¿me expliqué?