lunes, 24 de septiembre de 2012

27.

Nací un septiembre de 1985. A pesar de que desde entonces sólo he tenido dos fiestas de cumpleaños -a los cinco y a los quince- mi mamá siempre tuvo la dedicación necesaria para hacer de cada cumpleaños una verdadera celebración de nuestra llegada al mundo.

Por eso es que estando en tierra yankee, necesitaba encontrar una sustitución digna, para no caer en la añoranza. Pues bien, no puedo quejarme. Si bien es una ingenuidad esperar que tu hostfamilia celebre contigo la suerte de haber nacido, tal como lo harían tu familia, amigos, novio o perro, hay muestras de afecto y aprecio que son suficientes, aunadas a lo que una misma decide hacer para festejarse.

Mi hostifamilia me felicitó desde temprano con sonrisas y abrazos incluidos. Dios me mandó su conmemoración en forma de tormenta apocalíptica, de ésas que cuando las atraviesas manejando te hacen dudar si llegarás vivo a tu casa o si antes habrás terminado en el fondo de un peñasco con las llantas para arriba. Por la tarde, al igual que el año pasado, fuimos al restaurante de comida mexicana-salvadoreña y yo engullí muy plácidamente unos camarones a la plancha y un par de Negras. Ahí, mi familia me entregó mi regalo de cumpleaños: unos audífonos rosas gigantescos y 50 dólares en monedero electrónico para Cheesecake Factory. El año pasado me regalaron el mismo monto, pero para gastar en una tienda de ropa. Supongo que el próximo año me van a regalar dinero electrónico para gastar en el gym, a fin de volverme a poner la ropa que compré cuando cumplí 26 pero que dejé de ponerme cuando cumplí 27. Just kidding. Más tarde, al igual que el año pasado, aparecieron los meseros con un flan ataviado de su velita cumpleañera que me entregaron al ritmo de un sabrosón "Happy birthday to you."
Por mi parte, yo me aseguré la asistencia a un concierto de Búnbury en noviembre próximo y me patrociné un viaje a la cercana Philadelphia que fue tan catastrófico como memorable.

De modo que, ya muy cerquita de los 30, ésta soy yo. ¿Que si soy la misma persona que salió de su casa hace un año sin tener certeza de que encontraría aquí? En lo absoluto.

Pero las diferencias ya las enlistaré luego. Como sabrán, a los 27, uno ya no puede mantener los ojos abiertos después de media noche.

2 comentarios:

Isa dijo...

Feliz cumpleaños, jovencita, aunque con unos días de retraso :-)

Unknown dijo...

Esa merita es mi hija... La que a fuerza de empujones no ha dejado de caminar ni un momento.
Felicidades por ser tú, la misma ahora que cuando tenías cinco, solo que con perspectivas diferentes, pero con el mismo corazón. <3