domingo, 28 de agosto de 2011

Despedidas II

Después de despedirme de mi novio y renunciar a mi trabajo, tuve que despedirme de mi familia.
Para este fin, mi hermano mayor organizó una carne asada exprés. Llegó a mi casa con todo lo necesario y en una hora ya teníamos cervezas, arrachera, chorizo, cebollitas asadas, chiles toreados y otras delicias más para comer. Fue la última vez que comí con mi familia completa. Incluidos los novios de mis hermanas.

En la noche me despedí de mi hermana mayor y me deseó un buen viaje. Después, me despedí de mi papá, y ésta fue la despedida más difícil de todas. Aún de recordarla el nudo vuelve a mi garganta y la ansiedad se apodera inclementemente de mi cuerpo y me pide volver.
Por la madrugada, cuando salí al aeropuerto, mi hermana menor se despidió de mí antes de que yo dejase la casa. Después vinieron treinta minutos en automóvil, acompañada de mi mamá y mi hermano. Platicábamos de todo y nada: no olvidábamos a dónde estábamos yendo.
Ya en el aeropuerto, me acompañaron durante el check in y la primera revisión de equipaje (por cierto, no se pinten las uñas porque les decomisarán la acetona ¡y tendrán un manicure terrible durante el training!). Después de esto, me acompañaron hasta mi gate y se despidieron. Nunca hubo dramas ni llantos ensordecedores. Mi mamá me dio su bendición, me abrazó, me dio sus recomendaciones y su voz se entrecortó. Entonces guardamos silencio y nos dimos un último beso. Mi hermano sonrió, me abrazó y me dijo que fuera feliz.

Entonces me di media vuelta y comencé mi viaje.

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