martes, 5 de julio de 2011

De la aplicación

La aplicación es una experiencia similar a presentar la declaración anual de impuestos.
Bueno, no tan terrible pero sí algo aburrido. 

Las partes más interesantes de la aplicación, en las que se puede hacer una diferencia, son la carta para la familia y las fotografías. De ahí en más, las preguntas abiertas tienden a  producir respuestas  muy predecibles, y las preguntas cerradas tienen un comodísimo scroll para seleccionar la respuesta más parecida a la realidad, sin que la candidata se fría el cerebro buscando una respuesta asertiva. Mis respuestas, y creo que las de la mayoría, facilitan la posibilidad de ser buen candidato para muchos tipos distintos de familia: no tengo alergias, sí me gustan las mascotas, sí me siento segura manejando un coche con niños a bordo (y cómo no si los rombitos amarillos de 'baby on board' que se pegan con ventosas al parabrisas te aseguran un viaje feliz), sí viviría con una madre o padre soltero,  sí viviría con una familia judía, no sigo una alimentación especial y sí viviría con padres gays o madres lesbianas. La única respuesta que fungió en contra de mi racha de positivismo fue: "no, no tengo experiencia conduciendo en la nieve." ¡Pues ni siquiera conozco la nieve!


Entonces, se deben subir veinte fotos y escribir una carta llena de melcochería tipo I want to become ANAP! (and I deserve it!) para la familia. Las recomendaciones para las fotos son muy claras: hartos niños y poca piel; mientras que para la carta, la recomendación general es mostrar y explicar tus razones para ser au pair, al tiempo que debes dejar claro que bajo tu consideración y de las de los demás, lo harías de una forma excelentísima.

En mi caso, sí cuidé que mis fotos se viesen lo más decentes posibles. Recorté las mesas llenas de envases de cerveza para que sólo se viera la fraternidad medianamente sincera entre mis amigos y yo, y prescindí de la desnudez de mis piernas y dejé hasta la cintura aquéllas fotos donde yo aparezco en shorts. Mostré a mi familia, a mis mascotas y mi vida en general. Lo único malo es que no tenía suficientes fotos con niños.  Si bien tengo muchas con mis sobrinos -que cuidé por casi un año- en realidad pocas eran mostrables al mundo (ningún asesor de imagen te recomendará que salgas en pijama y tennis cargando a tus sobrinos despeinados), así que tuve que seleccionar unas pocas pero decentonas. Lo suficientemente espontáneas (nadie te creerá si los niños salen pulcrísimos en todas las fotos, sentados y sonrientes) pero sin perder el encanto (sí, está bien que te muestres tan como eres: pero un niño en calzones y modorro no es precisamente una buena imagen).

Sobre la carta, mis impresiones sobre su utilidad y alcances, y mi inútil opinión sobre cómo dirigirla de forma que se vea medianamente equilibrada... mañana. O después.
...Que vida hay mucha, lectores pocos, y mucho tiempo para perder en el match process.

No hay comentarios: